Todo lo que nos sucede es beneficioso: nuestras experiencias desde una nueva perspectiva

El viaje de la vida: la experiencia como aprendizaje

La idea de que toda experiencia es neutra y que la coloreamos con nuestros propios filtros puede parecer provocadora, incluso desconcertante. Sin embargo, a través del prisma de cómo vemos nuestras experiencias, abrimos el camino a una profunda comprensión de nosotros mismos y de nuestra relación con el mundo. ¿Y si cada acontecimiento fuera una oportunidad de descubrimiento y aprendizaje? Todo lo que nos sucede es beneficioso, no porque la vida sea sencilla, sino porque tenemos en nuestro interior la capacidad de transformar nuestras experiencias en algo valioso y enriquecedor. ¿Y si, en el fondo, la clave de nuestra felicidad residiera en nuestra capacidad de reconsiderar nuestras percepciones? Elegir ver la vida como un campo de aprendizaje, donde cada experiencia, positiva o negativa, es una oportunidad para evolucionar, también significa elegir recuperar la libertad de crear nuestra propia felicidad.

La experiencia es terreno neutral

Cuando se produce un acontecimiento, es, en esencia, neutro. Sólo a través del prisma de nuestras creencias, emociones y experiencias pasadas lo transformamos en algo «bueno» o «malo». Pongamos un ejemplo sencillo: un chaparrón repentino. Para una persona, representa un acontecimiento inesperado desagradable, una fuente de frustración. Para otra, es una invitación a la contemplación o un bienvenido momento de frescor. Este contraste pone de relieve el papel crucial de nuestra interpretación.

La experiencia es un espejo  Todo lo que nos sucede es beneficioso

La experiencia es un espejo

Cada acontecimiento actúa como un espejo. Revela aspectos de nosotros mismos que aceptamos o rechazamos. Preguntémonos qué es lo que sale a la luz para ser visto. Tenemos retos que afrontar y tenemos todo lo que necesitamos para vivirlos. Cuando nos enfrentemos a momentos difíciles, dolorosos o incómodos, veamos cómo nos sirven.

Transformar nuestras experiencias para crecer

No importa lo que ocurra, lo que importa es lo que hagamos con ello: ésa es la clave.

Cuando nos encontremos en medio de un rompecabezas, de un enigma, y cuando sintamos que hemos olvidado en qué consiste nuestro reto, recordemos que, por muy caótico que parezca a nuestro alrededor y en nuestro interior, nosotros somos el centro de ese caos. Todos somos el centro de nuestra propia tormenta. Así que, con eso en mente, respiremos, tranquilicémonos, seamos conscientes de que algo está ocurriendo que nos permite hacer algo, aunque no salte inmediatamente a la vista.

Asumamos la responsabilidad de la manera que podamos. Hagamos lo que hay que hacer con lo que ocurre a nuestro alrededor y dentro de nosotros. Seamos quienes necesitamos ser para nosotros mismos. Escuchemos los mensajes, descodifiquémoslos, identifiquemos y observemos lo que realmente está en juego en el desafío. Al aceptar transmutar lo que estamos viviendo, volvemos a situarnos en el centro de nuestra experiencia y llegará el momento en que las cosas se calmarán porque habremos recuperado nuestra soberanía en el centro de nuestro Reino (no hablamos de poder). Las experiencias que se manifestaban para transmitirnos mensajes ya no necesitarán manifestarse y podremos seguir adelante, nos habremos beneficiado de lo que hemos vivido al retener la esencia misma de la experiencia.

Todo lo que nos sucede es beneficioso: pero ¿qué significa en la práctica?


Ante una situación que calificamos de «negativa», me pregunto: ¿Qué habilidades aprenderemos de ella?
Qué puede enseñarme esto, me pregunto.
Por qué está ocurriendo esto, me pregunto.
¿Adónde me lleva?

Qué me muestra sobre mí mismo, me pregunto Escuchemos nuestras respuestas y sigamos las pistas…

Identificar nuestras creencias: no nos hacemos daño por casualidad Todo lo que nos sucede es beneficioso:

Identificar nuestras creencias: no nos hacemos daño por casualidad

Cuando notemos que sentimos algo perturbador, doloroso, hiriente, fuerte, una emoción o una sensación que nos desestabiliza: permitámonos sentirlo en todas sus formas, no intentemos reprimirlo, huir de él, luchar contra él y observemos, exploremos y preguntémonos por qué está ahí, qué nos está diciendo, qué mensaje nos está dando. A menudo, la primera razón es que se debe a que tenemos una creencia (a menudo limitadora) que responde a lo que la otra persona ha dicho y expresado en la historia. Busquemos esta creencia, identifiquémosla e iniciemos el camino hacia la liberación. Si no tenemos una definición de algo, no sabemos cómo sentirlo o desarrollar una sensación al respecto. Todo parte siempre de mí, de mi centro, de mis filtros, mis creencias y mi programación, que sólo reaccionan ante un acontecimiento externo.

¿Y qué creo de mí misma en lo que siento en mi relación con esta situación? ¿Qué resuena como verdadero en lo que me está afectando? ¿Qué creencia en mí misma responde a lo que estoy sintiendo que me está afectando tanto? Por ejemplo, ¿creo que soy tan inútil e incapaz que me dejo llevar por la forma en que la otra persona intenta disminuirme? Si tengo suficiente confianza en mí misma, en mis habilidades, si no tengo ya dudas sobre mis capacidades, estas dudas no resonarán frente a lo que alguien o algo muestra sobre mí. Si estoy unificada entre todas las partes de mí misma y soy coherente en todas mis expresiones, nada ni nadie podrá desestabilizarme.

Y, sin embargo, ¡esa es la regla del gran juego de la vida para todos nosotras! Nuestro camino está hecho de prácticas y experiencias que nos enseñan una y otra vez a desprendernos de lo que no nos pertenece, para acercarnos lo más posible a nuestra verdad.

El viaje de la vida

Imagina a una mujer joven al comienzo de un camino, con una bolsa vacía colgada del hombro. Este camino es su vida. Al principio de su viaje, se enfrenta a retos sencillos: cruzar un río, subir una pequeña colina. A veces tropieza, a veces se detiene para recuperar el aliento, pero siempre avanza por el camino. Por el camino, descubre recursos inesperados. Una anciana le da un robusto bastón para ayudarla a caminar. Bajo una piedra, encuentra una pequeña llave brillante, sin saber a qué puerta corresponde. Recoge semillas en un claro, y luego aprende de un granjero cómo plantarlas para que crezcan frutos.

Su viaje la lleva a conocer a otros viajeros, cada uno con sus propias historias y enseñanzas. Con cada encuentro, llena su mochila de nuevas habilidades, valiosas lecciones y herramientas.

Un día, el camino se hizo más escarpado. Una enorme montaña se alzaba ante ella. Era el reto que siempre había temido, diciéndose a sí misma que nunca sería capaz de afrontarlo. Empezaron a asaltarle las dudas: ¿estaba preparada? ¿No era demasiado débil o inexperta para escalar esta montaña? ¿No sería mejor dar media vuelta?

Entonces buscó en su bolsa. Allí encontró el bastón que le había dado la anciana, que le serviría de apoyo en las empinadas cuestas. Vio las semillas que había plantado y cosechado, que se habían convertido en provisiones nutritivas. Recordando los consejos y las prácticas que había acumulado, comenzó su ascenso. Cada paso es difícil, cada metro ganado requiere esfuerzo y valor. Pero cuando por fin llega a la cima, tras haber utilizado los recursos que había recibido, se abre ante ella un panorama grandioso. Se da cuenta de que la montaña no era un obstáculo, sino una etapa esencial en su viaje. La montaña le había demostrado que tenía todo lo que necesitaba para seguir adelante y que cada pequeña experiencia, cada encuentro, cada reto la había preparado para este momento. Volvió a bajar con el corazón más ligero, dispuesta a continuar el viaje, consciente y curiosa por los demás descubrimientos que alimentarán sus habilidades y su Ser.

Esta aventurera no es sólo un personaje: es todas y cada una de nosotras. Cada reto de la vida, grande o pequeño, nos prepara para el siguiente. Nuestra bolsa de trucos se llena con el tiempo, y son las herramientas que encontramos en ella, a menudo sin darnos cuenta, las que nos permiten superar las montañas que encontramos en el camino.

El viaje de la vida. Transformar nuestras experiencias

No es que nuestras experiencias sean siempre de color de rosa y fáciles de superar, pero si nos llegan retos, experiencias o pruebas, es para ayudarnos a crecer, a encontrarnos más plenamente con nosotras mismas. Cuando estemos en medio de un ciclón, demos un paso atrás y acerquémonos para descubrir las lecciones que necesitamos aprender para crecer y avanzar en nuestro camino de aprendizaje.

Las experiencias incómodas tienen el beneficio de transformarnos profundamente. Nos dan la oportunidad de reevaluar nuestras prioridades, de vivir con más sinceridad, de identificar y responder a nuestras verdaderas necesidades, de desarrollar resiliencia y trazar un nuevo rumbo, de vernos y percibirnos de forma diferente para poder vivir más y con más libertad. Cuando caminamos por la oscuridad, descubrimos fuentes insospechadas de luz que iluminan un nuevo camino. Es en la oscuridad donde mejor podemos distinguir la llama de la vela que nos muestra la dirección de este camino.

¡Todo lo que nos sucede es beneficioso!

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