La madre, portal hacia la Vida
El vínculo madre e hijo: acepta a tu madre tal como es y el éxito te encontrará
«El éxito tiene la cara de la madre» es una frase muy utilizada en el trabajo terapéutico transgeneracional sistémico.
¿Qué sientes cuando lees esta frase? ¿Qué sentimientos tienes cuando imaginas que tu éxito tiene la cara de tu madre?
Este enfoque terapéutico se basa en el principio de que heredamos de nuestros padres, abuelos y antepasados la información epigenética de todo lo que han experimentado: emociones fuertes, estrés, hábitos alimentarios, tabaquismo, ansiedad y otros tipos de señales ambientales enviadas a las células que pueden provocar cambios en la expresión de nuestros genes.
La importancia de la experiencia de nuestra madre y del primer vínculo de apego.
Todo lo que nuestra madre experimente durante la concepción, la gestación y el parto nos será transmitido y creará el terreno sobre el que llegaremos a la Tierra.
Todo por lo que pasa la madre durante el embarazo, el estrés debido a la pérdida de un trabajo, las dificultades en la relación con el padre del bebé o con sus propios padres, la pérdida de un familiar cercano… todo ello afecta a la química y al equilibrio emocional de la madre y de su hijo/a en desarrollo.
El ambiente en que se recibe al bebé, si la madre se siente o no apoyada por su familia y círculo cercano, si se siente o no capaz de asumir su nuevo papel y, por supuesto, la forma en que se produjo el parto, son factores determinantes que pueden afectar a la persona y dar lugar a hilos invisibles que atraviesan toda su existencia si no se identifican y tratan.
La madre transmite, a menudo inconscientemente, creencias, valores y pautas de comportamiento que influyen en sus hijos a lo largo de sus vidas. En las constelaciones familiares y el trabajo terapéutico sistémico, exploramos cómo el sufrimiento o trauma no resuelto de la madre (y de generaciones anteriores) se pueden transmitir al niño/a, afectando a su vida adulta actual e impidiéndole ser libre.
La relación con la madre determina en gran medida la capacidad del individuo para sentirse arraigado, seguro y encontrar su lugar en la familia. Cualquier interrupción en este primer vínculo de apego puede provocar disfunciones que se manifiestan en otras relaciones que el individuo desarrolla a lo largo de su vida. Una madre presente, cariñosa y estable proporciona a sus hijos un ancla emocional, facilitando su desarrollo y su capacidad para establecer relaciones sanas. Por desgracia, la mayoría de nosotros sentimos que no obtuvimos lo que necesitábamos, que de adultos seguimos queriendo que nuestras madres cambien, que queremos ser compensados en forma de regalos, dinero o herencia de lo que creemos que nos corresponde por derecho. Desde siempre se ha culpado a las madres de todas las desgracias e incapacidades de sus hijos. Ser una buena madre es una tarea casi imposible, pero puede que haya otro camino, el de la madre suficientemente buena, la que me dio lo suficiente… y el resto, ahora que me he hecho adulta, puedo aprender a dármelo a mí misma.
Cambiar de paradigma y empezar a sanar nuestra relación con nuestras madres requiere mucho valor y curiosidad. Aprender a mirar a nuestra madre desde la perspectiva del adulto en que nos hemos convertido no es tarea fácil y requiere perseverancia, porque nuestro niño interior siempre tendrá algo que reprocharle. Mientras no tengamos los recursos para apaciguar a esta niña interior y crear el espacio suficiente para mirar los acontecimientos pasados de otra manera, seremos prisioneros de nuestro dolor. Nuestra madre también es una hija, con sus propios vacíos e imposibilidades interiores.
Es muy difícil dar lo que no se ha recibido.
Al explorar los linajes familiares, a menudo observamos que el sufrimiento vinculado a la madre, a la maternidad y a al acto de maternar pasa de generación en generación como un incendio forestal que se propaga hasta el momento en que alguien del linaje, consumido por su sufrimiento y sus imposibilidades, da el valiente paso de darse la vuelta y mirar a este fuego, a este dolor, a los ojos. Uno de los mayores beneficios de las constelaciones familiares es crear las condiciones necesarias para que el dolor del pasado sea visto, reconocido y liberado: si el Amor no ha encontrado un camino, lo hará a través de las lealtades invisibles que se hacen visibles y liberables cuando accedemos al campo energético del sistema familiar para ver quién ha sido excluido, dónde se ha perdido el equilibrio y el orden y restablecer así el flujo de Vida y Amor.
El vínculo madre-hijo: el éxito te mirará como tú miras a tu madre
Tu madre es tu mayor maestra, tu alma la ha elegido para aprender y evolucionar. Todo lo que ella provoque en ti te ayudará a evolucionar profundamente si lo permites, si aprendes a acogerte en tus vacíos de amor, y dejas de culparla de todas tus desgracias, de tus imposibilidades y de tu dolor. Hoy ya no eres un niño/a, puedes ver, resignificar, ver de dónde viene, de dónde vienes y crecer:
Mamá, te libero y me libero. Tomo la vida que me diste, es suficiente. Lo que me he perdido, lo encontraré por mí misma.
Seguir intentando cambiar a tu madre convertirá tu vida en una lucha y creará un conflicto interno que te impedirá vivir plena y abundantemente. Elegimos a la madre que necesitábamos en esta vida para nuestro aprendizaje. Mientras no aceptemos esta elección del alma, fracasaremos y perderemos nuestro centro. Mientras nos aferremos a nuestro dolor y decepción, no nos permitiremos decepcionarla, porque secretamente seguimos esperando su aprobación y su amor. Si no aceptamos decepcionar a nuestras madres y padres, nunca podremos llegar a ser nosotros mismos, porque nuestras deformidades y personalidades están construidas para garantizar que recibimos su amor.
Llegar a ser tú mismo: ¿en quién te has convertido para garantizar que recibes Amor?
Llegar a ser uno mismo implica inevitablemente soltar las proyecciones y expectativas que tenemos de ellos, aunque ellos no suelten las que tienen de nosotros. La libertad reside en mi capacidad de llenar mis propios vacíos, de acunarme cuando siento dolor y de aceptar la pérdida de la inocencia infantil. Crecer y liberarse conlleva culpa, por supuesto, pero también el mayor regalo de todos: convertirte en el SER que eras antes de que te deformaran.
Volver a nuestra ESENCIA es el camino que nos ofrece esta experiencia en la Tierra.
¿Preparada para tomar el camino menos transitado?
Si te interesa el trabajo terapéutico sistémico transgeneracional, aquí tienes nuestro programa sobre constelaciones familiares para abrir las puertas del pasado y liberar el presente: Paquete de Descubrimiento de las Constelaciones Familiares
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