Historias terapéuticas: el amor verdadero
Érase una vez… Historias para sanar
Érase una vez, y no solo por una vez, en un reino bendecido por los dioses y la Madre Naturaleza, vivían un Rey y una Reina. Eran ellos un ejemplo de amor y bondad para todos. El amor verdadero.
El Rey estaba perdidamente enamorado de su Reina. Ella, la Reina, aunque estaba llena de amor y atenciones por su Rey y su pueblo, llevaba algún tiempo un poco triste y abstraída… El Rey estaba preocupado por su Reina y, porque se acercaba su cumpleaños, quería hacerle el regalo perfecto, para sorprenderla y volver a verla sonreír.
Después de mucho tiempo reflexionando, ¡se le ocurrió una idea! Llegado el día, llevó a su Reina a los jardines de palacio, donde había un objeto enorme oculto por una sábana de seda. La reina tenía gran curiosidad y entusiasmo por descubrir qué se escondía bajo la sábana. Sin esperar, la retiró, encontrando una magnífica jaula dorada con tres hermosos pájaros dentro. “¡Son maravillosos!”, exclamó ella. El Rey se llenó de alegría ante su reacción, pero ella rápidamente dijo: “Me da pena verlos encerrados… ¿Podemos liberarlos?”. El Rey ordenó inmediatamente a su personal que abriera la puerta de la jaula. Los pájaros salieron volando al instante… Excepto uno. Un pájaro permaneció dentro, posado en su rama, sin mostrar ninguna intención de aprovechar la oportunidad para ser libre. Esta situación entristeció mucho a la Reina y disgustó al Rey, que ordenó a todo su personal que hiciera lo necesario para que el pájaro se fuera volando.
Pasó, un día, dos, tres… Y a pesar de todo los esfuerzos, el pájaro se quedó en su rama. Llamaron a expertos de otros países y cientos de personas intentaron persuadir al pájaro para que saliera de su jaula, pero no consiguieron nada. La Reina se entristecía cada vez más, ya no salía al jardín ni miraba por la ventana, día tras día, fracaso tras fracaso.
Al vigésimo día, la Reina volvió a asomarse a la ventana para comprobar si el pájaro seguía en su jaula. Ella empezaba a acostumbrarse a la idea de que el pájaro no se iría, pero, curiosamente, una extraña tos comenzaba a debilitarla.
Sin embargo, aquel día era diferente. Al acercarse a la ventana, ¡no podía creer lo que veían sus ojos! La jaula estaba vacía, ¡el pájaro ya no estaba! Corrió al jardín para averiguar cómo y quién había logrado ese milagro.
“¿Quién consiguió sacar al pájaro de su jaula?”, le preguntó a su jardinero: “¿un nuevo experto contratado por mi marido?” “No”, dijo tímidamente el jardinero, sin mirarla a los ojos: “Mi hija pequeña encontró la solución”. “¿Ah, sí?”, replicó la Reina: “¿pero cómo?” “En realidad fue bastante sencillo… Me pidió que cortara la rama. La Reina estaba tan contenta que llamó a la niña y le preguntó cómo se le había ocurrido la idea. La niña, emocionada de ser llamada ante su Reina, le dijo: “es simple, pensé que si le quitábamos su rama, solo le quedaría una opción, salir y volar.”
¿Y tú? ¿Qué pájaro eres?
¿Estás en una jaula dorada de la que te gustaría escapar?
¿A qué rama te agarras para no ser libre?
¿Cómo anda tu alegría? ¿Tu energía vital?
¿Cuáles son las fuentes de amor en tu vida?
¿Qué obstáculos se interponen entre tu vuelo y tú?
Y hasta aquí nuestra historia de amor verdadero. Si deseas saber más sobre los beneficios de la terapia narrativa, no te pierdas nuestro artículo, el poder sanador de las historias.
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