LA ABUNDANCIA DEL VACÍO
No se si lo habrás notado pero… últimamente, muchos de nosotros hemos estado reordenando nuestras vidas: limpiando la casa a fondo, ordenando armarios y cajones, vendiendo, tirando, renunciando a nuestros trabajos, separándonos o deshaciéndonos de muchas cosas de las que nos rodean… Podíamos sentir esa sensación de “demasiado” a nuestro alrededor: demasiada ropa, demasiados zapatos, demasiada decoración… Demasiadas cosas materiales pero, también demasiado séquito, demasiados hábitos, obligaciones,proyectos, movimientos…Pero, ¿por qué?
¿Por qué sentimos lo que parece ser una unidad de vacío? Porque éramos todo esto. Nuestra energía, tanto física como emocional, era todo eso…
Entonces, ampliamos esta sensación de vacío y nos rodeamos de ella. Sentimos esa necesidad de “vaciar” nuestras vidas: nuestra vida social es mucho más tranquila, necesitamos tomarnos nuestro tiempo para meditar, volver la vista atrás y escuchar a nuestro interior, aclarar nuestra mente.
« TODA UNA VIDA SE CONSTRUYE A BASE DE PEQUEÑOS DETALLES. PERO UN PEQUEÑO DETALLE, PUEDE CAMBIAR UNA VIDA ENTERA »
Goyer Rémi
Este tipo de vacío es una elección propia.
Pero también existe ese vacío impuesto, que de repente se presenta en nuestras vidas sin saber por qué. Puede tratarse de un vacío sentimental, amoroso, emocional, profesional, familiar, amistoso, social… Un vacío realmente desestabilizador, incómodo y doloroso, que pone a prueba nuestros límites pero que, al mismo tiempo, es un regalo.
Este vacío nos permite darnos cuenta de la cantidad de cosas o sentimientos innecesarios que acumulamos, convirtiéndose en todo un lastre en nuestras vidas. Experimentar el vacío nos hace sentir libres, ricos y capaces de todo.
A la vida no le gusta un vacío y siempre trata de llenarlo por lo que, muchas veces, acabamos llenándolo por mera costumbre o decoro.
Y llega el regalo más grande, que es llenar ese vacío (provocado por todo aquello que no nos conviene) con la abundancia de todo lo que necesitamos para ser lo que hoy somos.
A menudo sentimos miedo a las alturas, nos aferramos a una relación o a un trabajo, aunque no nos guste, incluso a una situación tan sólo para estar tranquilos y sentirnos menos solos. Para sentir que pertenecemos a algo, confirmarnos en una imagen… Pero este vacío nos ha permitido recibir aún más y mejor. Sentir una abundancia aún mayor de la que podríamos haber sentido antes de deshacernos de todo aquello que nos sobraba, de lo que nos atascó y estorbaba sin darnos cuenta.
¿Quién no ha sufrido la ruptura de un estado (enamorado, profesional…) por el que lo hubiéramos dado todo con tal de mantenerlo en nuestras vidas? ¿una ruptura que nos ha hecho sentir un grandioso y devastador vacío?
Y, sin embargo, si no hubiéramos pasado por la ruptura de este estado, sin el vacío que deja ese elemento tan engorroso de una parte de nuestras vidas, nunca el trabajo de nuestros sueños, el hombre o la mujer de nuestros sueños, el proyecto de nuestros sueños, podría haber encontrado un lugar en nuestras vidas y llenarnos así de alegría y satisfacción en la veracidad de nuestras necesidades. Las necesidades reales, aquellas que hoy somos.
No recuerdo en qué película escuché un día esta gran frase:
“Si quieres que un bonito coche aparque en tu plaza de parking, primero tendrás que quitar la chatarra”
Si lo pensamos detenidamente, hay una plaza de parking para todo en la vida y vaciarla nos permite liberar un valioso espacio para esa felicidad que está por llegar. Ya sea material, emocional o espiritual.
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