¿Sabes cuáles son los beneficios del silencio? Shhh… yo me cuido en silencio
Aprende a gestionar el poder del silencio para sacarle el máximo partido.
Saber disfrutar del silencio nos permite conectar con nuestra mejor versión de una forma mucho más profunda para evolucionar así el máximo posible en nuestras vidas y alcanzar un estado de bienestar.
El silencio es algo que puede resultar angustioso para algunas personas. En cambio, para otras, posee virtudes insospechadas tanto para el cuerpo como para la mente. El impacto que el silencio provoca sobre nuestra salud no es para nada algo que deba pasar inadvertido. Gracias a él, podemos deshacernos de gran parte de la tensión que podemos sufrir en el día a día, además de promover la concentración y la creatividad. Poder permanecer en un lugar sin escuchar ningún otro sonido que no sea el de nuestro propio cuerpo es una sensación increíble, vertiginosa y un encuentro con nuestro interior que resulta verdaderamente memorable.
« LA VIDA ES COMO ANDAR EN BICICLETA, PARA CONSERVAR EL EQUILIBRIO DEBES MANTENERTE EN MOVIMIENTO. »
Albert Einstein
Pero, ¿qué es el silencio?
El silencio no es nada… El silencio absoluto no existe. Aunque nos pongamos unos cascos silenciadores, nuestro propio aparato auditivo tiene sus propios sonidos. Nuestro cuerpo está vivo y se expresa. Se trata más bien de estar en silencio dentro de uno mismo y tener la capacidad de escuchar nuestro interior. Existen tantos tipos de silencios como de percepciones: alegre, gris, pesado, ligero, colorido…
El silencio es el fondo permanente: el campo, las olas, el cantar de los pájaros, una casa vacía, un viaje en coche con la radio apagada… ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste el silencio? ¿Y si tratas de permitirte este pequeño lujo de vez en cuando? Es una capacidad que todos poseemos, es una rutina muy sencilla de llevar a cabo, una herramienta que aporta cantidad de beneficios tanto físicos como mentales y, sin embargo, muchas veces pasamos por alto este pequeño tesoro que todos llevamos dentro. El silencio puede incluso resultar aterrador y por ello, a veces, tratamos de evitarlo… ¿Puede ser que sintamos miedo a escuchar nuestro propio caos interior?
Cómo gestionar el silencio y cuáles son sus beneficios
Sumergirse y precipitarse directamente en el silencio puede ser algo imponente. Tómate tu tiempo para explorar, descubrir, sentir… Existe todo un mundo realmente rico en nuestro interior que merecer ser explorado: imágenes, sonidos, una vocecita en nuestra cabeza que está ahí permanentemente comentando tus pensamientos y vivencias, además de muchas sensaciones emocionales y corporales.
Cuando alcanzamos un estado de silencio, nos encontramos frente a este y no sabemos muy bien cómo gestionarlo… Podemos sentirnos abrumados o, por el contrario, sentir una sensación muy agradable.
Nuestra cultura nos sumerge en un mundo de constante ruido y comunicación. Por eso, cada uno de nosotros necesitamos aprender de nuevo cómo crear estas rutinas de silencio. En el ruido que nos rodea, el hecho de saber encontrar por nosotros mismos ese momento de paz y tranquilidad nos permite reinstalar un espacio interior de reconexión con nuestra mejor versión y mejorar nuestro bienestar general.
El ruido es algo así como una distracción que nos permite huir de todos aquellos aspectos que no deseamos afrontar.
Al gestionar el silencio, podemos reencontrarnos con las emociones que nos habitan y estas pueden ser tanto agradables como desagradables. Podemos sentir nuestros miedos, nuestras angustias… Debemos tener en cuenta que todas nuestras emociones y pensamientos tienen un tiempo de vida limitado; aparecen y desaparecen para dejar atrás una calma infinita. Cuanto más nos resistimos a nuestros propios pensamientos o emociones, más fuerza les estamos dando para arraigarse en nosotros. Entonces, lo ideal sería ser capaces de observarlos como nubes en movimiento, que aparecen y desaparecen. Será en ese momento cuando lograremos crear un gran espacio para nosotros mismos, que se abre y nos conecta con momentos mágicos.
Una pequeño refugio en mi interior
No es necesario aislarnos físicamente para estar en silencio con nosotros mismos. No hay necesidad de refugiarnos en una cabaña a lo lejos en el monte. El silencio habita en nuestro interior y podemos acudir a él siempre que queramos. Pero debe ser algo totalmente voluntario. Debemos decidir cuándo es el momento de apagar la radio, las pantallas y activar nuestro propio «modo silencio» en el momento deseado.
Ya sea en pie, sentados o acostados, la forma correcta de conectar con el silencio es mediante la respiración. Escuchar tu propio silencio al ritmo de tu respiración te abre las puertas a otro mundo, tu mundo… Este mundo te revelará todo el poder del silencio.
Quien mira hacia fuera sueña, quien mira hacia adentro despierta – Carl Gustav Jung
Para lograr claridad para con nosotros mismos y mantener relaciones nutritivas con los demás y un estado óptimo de bienestar, necesitamos despejar nuestra mente de las palabras y pensamientos que solemos acumular. Del mismo modo en que las plantas necesitan luz para crecer, las personas necesitamos períodos de silencio para cuidar de nosotros mismos y prosperar. Dedicar tiempo al silencio también significa tomarse un tiempo para escucharse a uno mismo y vivir el momento presente.
¿Cuáles son los beneficios del silencio?
El silencio es otra forma de comunicación. Se pueden decir muchas cosas con el silencio. Compartir un momento de silencio con alguien puede ser un momento impresionante. Una vez que lo descubrimos, el silencio puede ser un universo que nos conducirá hacia un profundo cambio y una nueva mirada para aprender a evolucionar y mejorar nuestras vidas.
Contribuye a una mejor concentración
Realizar tareas que requieren precisión o comprensión, retener un texto y asimilarlo resulta mucho más sencillo si estamos en silencio. Por eso es recomendable hacerlo en paz y además, cuanto más mayores nos hacemos más necesitamos estimular la memoria.
Te permite controlar mejor tu dieta y tu peso
Está comprobado. Quien come sin distracciones y en paz, tiende a consumir menos. Por el contrario, una fuente externa como puede ser una película o una serie nos impide concentrarnos en nuestros sentimientos y determinar cuándo estamos saciados.
Mejora el sueño
Es en un ambiente tranquilo y silencioso donde el cuerpo descansa y se regenera en unas mejores condiciones. Quedarse dormido frente al televisor no es, por tanto, un buen hábito. El cerebro sigue siendo estimulado por los ruidos y la luz y se ve incapacitado de cumplir con su misión: recopilar, guardar, asimilar y limpiar las experiencias del día. Si no somos capaces de ofrecerle a nuestro cerebro ese momento de silencio… ¡riesgo de sobrecalentamiento a la vista!
Reduce el estrés
Proporciona sensación de calma y una calidad de vida mucho más serena. Dos aspectos muy importantes a la hora de mantener una vida saludable.
Mejora la salud mental
Cuánto más se enfrenta uno a un entorno ruidoso (aeropuerto, tráfico, espacios abiertos sobrecargados, etc.), más aumenta el grado de ansiedad y nerviosismo aumentando, por tanto, el riesgo de depresión.
Nos permite despertar nuestro Yo interior
Tener un momento y un lugar significativo para el silencio en nuestra vida nos permite descubrir aspectos maravillosos:
· Conciencia de lo que habita en lo más profundo de uno mismo: pensamientos, miedos, fuentes de inspiración…
· Arraigo en el momento presente: vivir aquí y ahora, sin preocuparse por lo pasado o por que puede ocurrir en el futuro.
· El despertar de la intuición: desarrollar tu consciente intuituvo para encontrar el equilibrio.
No es necesário vivir un gran silencio para iniciar una revolución. Basta con vivir una sucesión de pequeños silencios. Ya sean silencios externos o internos, ya sea en el suido de la cuidad o el campo, ya sea en solitario o acompañados… Lo verdaderamente importante es contactar con el silencio. Ese espacio dentro de nosotros que se abre por completo al universo de una forma distinta.
Para ir un poco más allá, no te pierdas nuestro post «¿Cómo vivir el ahora? La importancia de vivir el momento».
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