¿Por qué criticamos y juzgamos a los demás?
Juzgo, luego existo
Los beneficios de la calumnia… ¿y si nuestros juicios y críticas fueran más positivos de lo que creemos? Tanto si nos dedicamos a criticar a otros como a nosotras mismas, ¡esto será nuestro propio reflejo en el espejo el que se verá siempre perjudicado! Muchas veces, aquello que nos irrita en otros, es una manifestación de aquellos aspectos que nos molestan de nosotras mismas. Lo que vemos en los demás es nuestro propio reflejo.
Descubre los verdaderos motivos sobre por qué criticamos y juzgamos a los demás.
« LA VIDA ES COMO ANDAR EN BICICLETA, PARA CONSERVAR EL EQUILIBRIO DEBES MANTENERTE EN MOVIMIENTO. »
Albert Einstein
La revisión de nuestro propio reflejo
Tanto si criticamos a otros como si nos criticamos a nosotras mismas, siempre hay una parte de nosotras que se encuentra en conflicto con otra parte que intenta mantenerse oculta.
La técnica del espejo nos ayudará a mejorar nuestras relaciones y reconducir posibles conflictos al mismo tiempo que nos muestra algunos aspectos de nosotras mismas que no nos gustan demasiado y poder así transformarlos en algo mejor. No se trata de un ejercicio sencillo en el que vayamos a sentirnos cómodas pero, sin embargo, esta técnica, nos permitirá dar pasos de gigante hacia un mayor estado de bienestar.
Cada vez que la actitud de una persona nos incordia o incomoda… en el fondo, nos está molestando algo de nosotras mismas. Esto no quiere decir que seamos lo que nos molesta del otro, pero sí tenemos esa parte del otro que se encuentra ahí, subyacente. A esto lo llamamos estar en resonancia o efecto espejo. Proyectamos nuestra imagen sobre aquello que vemos en el otro y debemos usarla para observarnos desde fuera tal y como puede hacerlo el resto de la gente.
Antes de juzgar o criticar a alguien debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿aquello que me molesta en el otro es una parte de mí misma? ¿aquello que me molesta del otro me pertenece? ¿estoy reconociendo en esa persona una parte de mí de la que no me siento orgullosa, de la que me gustaría deshacerme y que incluso, en ocasiones, puede resultarme insoportable?
Tip para la transformación interior: el otro nos permite avanzar hacia una mejor versión de nosotras mismas.
Cuanto más aceptemos los defectos o errores de los otros, más los aceptaremos en nosotras mismas y más capaces seremos de hacerlos desaparecer. Miramos de frente a esa parte de nosotras para sacarla a la luz, para resaltarla y que, así mismo, se disuelva. Cuánto más vemos en el otro, más nos liberamos de este comportamiento. La conciencia es siempre una voz que nos ayuda en la transformación.
Un sencillo ejercicio de crecimiento personal:
Hacemos una lista de personas que nos irritan o molestan y, objetivamente, nos preguntamos: ¿cuál es la razón por la cual esta persona me resulta molesta?
Entonces, deberemos buscar una cualidad positiva de esta persona. Y si implementáramos esta cualidad positiva en nuestras vidas, ¿nos llevaría a alcanzar un nivel superior?
Ejemplo: una persona que me parece demasiado egocéntrica, que solo se cuida a sí misma… Quizás me está enviando el mensaje de cuidar más de mí misma y ponerme en primer lugar. Y esa persona a la que no le importan los demás, ¿no me está enviando el mensaje de que debería ser más yo misma a riesgo de no gustar a todo el mundo?
Quizás por eso mismo nos fastidia esa persona. Tiene algo que yo no tengo y que necesito para evolucionar positivamente, para mejorar. Algo de lo que no soy consciente o algo que sueño con tener y no puedo. Esto me causa frustración y el echo de que otra persona lo haya logrado con facilidad nos enfada profundamente. Si somos capaces de verlo en el otro, entonces podremos sacarlo a la luz, verlo, aceptarlo y, por tanto, deshacernos de ese sentimiento negativo.
Además, no debemos olvidar el poder de las palabras…
Cada palabra que usamos tiene una vibración particular. Masaru Emoto, Doctor en Medicina Alternativa, ha realizado varios experimentos a lo largo de su vida sometiendo el agua a emociones positivas o negativas, música y palabras. Al escuchar a Mozart o palabras como gratitud, amor o gracias, el agua se cristaliza obteniendo una forma similar a la de los copos de nieve. Mientras que ante palabras o frases negativas como “me enfermas”, “me marcho” o “matar”, el agua toma una forma bastante caótica.
Nacemos siendo un 90% de agua. Esta cantidad va disminuyendo gradualmente hasta llegar a alcanzar cerca del 70% en la edad adulta. Si consideramos el efecto que las palabras positivas o negativas pueden tener sobre una molécula de agua, imaginemos el posible impacto en nuestro cuerpo y nuestro cerebro.
Tratar de escoger bien nuestras palabras y salir de un patrón dañino o de la crítica, solo podrá tener efectos beneficiosos sobre nosotras mismas y sobre el resto.
¡Aquel con quien no tenemos nada en común, no llama nuestra atención! Cuánto más tiempo permanezcamos en este tipo de conciencia, más fácilmente aceptaremos a los demás y, sobre todo, ¡nos aceptaremos a nosotras mismas día a día!
Y recuerda… cuando seas un poco dura contigo, pídete disculpas. Nadie debe hablarte de forma irrespetuosa o denigrante, ni siquiera tú misma… ¡ni tan siquiera con el resto!
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